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jueves, 10 de marzo de 2016

La tradición llevada al coleccionismo: Los huevos de Fabergé.


Mandado crear el primero en 1885 por el zar ruso Alejandro III como regalo a su mujer María Fiódorovna con motivo de una de las fiestas más importantes dentro de la Iglesia Ortodoxa, la Pascua, la tradición mandaba cambiar tres besos y un huevo. Los huevos creados por Fabergé se convirtieron en una constante todos los años entre los zares rusos, ya que esta tradición fue continuada por su hijo Nicolás II, hasta que en 1917 la Revolución Rusa terminó con la familia Romanov. Hoy se pueden ver en museos y en colecciones privadas, en las cuales son un bien preciado, el más caro alcanzó en una subasta los 18 millones de dólares. Aunque no se sabe muy bien cuantos hay, se dice que se realizaron entre 69 para los zares, la aristocracia y la élite industrial y financiera.

Taller y tienda de Fabergé
Peter Carl Fabergé nació en San Petersburgo en 1846. Hijo de inmigrantes franceses, su padre practicaba el oficio de la joyería, en 1860 se retiró, y la familia se asentó en Dresden. Después Fabergé estudió en Frankfurt, viajó por Italia, Francia o Inglaterra, donde recibió nociones de joyería y en 1870 regresa a San Petersburgo, donde pasa a ser el responsable de la empresa familiar de la joyería que su padre había dejado en SanPetersburgo. Con una excelente reputación como diseñador, trabaja con piedras preciosas, semipreciosas y metales, y realiza diseños de diferentes estilos como ruso antiguo, griego, renacentista, barroco, Art Nouveau y el naturalista. 

En 1882 en la Exposición Panrusa de Moscú se pudieron ver algunas de sus obras, lo que le valió la medalla de oro. Desde entonces se le nombrará joyero oficial de la familia real. 

Obras destacadas: 

El primer huevo imperial (1885) mide 6,4 cm. Es la primera pieza realizada. Tiene el tamaño de un huevo normal, dentro de este primero, se encuentra otra versión en oro que alberga en su interior una gallina también realizada en oro y que destaca los dos rubíes que tiene por ojos. Pudo haber sido inspirado por una propiedad del padre de la zarina Maria Feodorovna, el príncipe Christian IX de Dinamarca. 


Huevo del Pamiat Azova (1891) mide 9,8 cm. Realizado para conmemorar el viaje alrededor del mundo que hizo desde 1890 hasta 1891 el heredero al trono Nicolás a bordo del Pamiat Azova. Realizado a mano en jaspe verde con un moteado rojo y azul, está decorado con volutas rococós en oro con diamantes, un gran rubí rojo flanqueado por unas volutas de platino forman el cierre. En su interior, se encuentra a modo de sorpresa, una réplica del Pamiat Azova, realizada por August Holling uno de los maestros del taller de Fabergé. La pequeña nave flota en un mar tranquilo color turquesa, tiene todo lujo de detalles minuciosos, como las chimeneas, los botes salvavidas o lo cañones, siendo una pieza única. 

Huevo imperial de la Coronación (1897) mide 12,7 cm. Regalado por el zar Nicolás II a la zarina Alexandra Feodorovna con motivo de su coronación en 1896. Al exterior utiliza la técnica del guilloché, (grabado superficial sobre metal que consiste en hacer dibujos de un modo repetitivo y simétrico) sobre el oro, y en cada punto se ve un águila bicéfala, símbolo imperial. En su interior nos encontramos con una réplica exacta del carruaje que tomaron los zares para la coronación, la puerta se abre para mostrarnos su interior, con un terciopelo rojo idéntico al original. El artesano George Stein, trabajador en el taller de Fabergé, tardó 15 meses en realizar esta obra maestra. 

Huevo del Kremlin de Moscú (1904) mide 36,8 cm. Conmemora el regreso de la familia imperial a Moscú en 1900, es el más grande de todos. está inspirado en la Catedral de la Asunción sobre el Kremlin de Moscú en este caso la sorpresa reside en que es una caja de música.








Huevo de Alejandro III (1910) mide 15,6 cm. Regalo de Nicolás II a su madre, para conmemorar la inauguración de una estatua del Zar Alejandro III a caballo. El huevo esta realizado en cristal de roca combinado con una estructura de platino, que deja abierta una especie de ventana, por la que se ve una réplica en oro de la estatua de Alejandro III que descansa sobre un bloque de lapislázuli. El huevo descansa sobre una base con querubines, que tienen engarzado un diamante de grandes dimensiones.


Huevo del III Centenario de los Romanov (1913) mide 18,6 cm. Regalo de Nicolás II a su esposa Alexandra. Al exterior un guilloché de oro cubre una superficie blanca, a su vez decorado por dieciocho retratos de personajes Romanov. En su interior, a modo de sorpresa, una bola del mundo con dos mitades, en una mitad muestra la extensión del Imperio Ruso en 1613 y en la otra mitad la extension del Imperio en 1913. El huevo es soportado por tres águilas bicéfalas con diferentes atributos como la espada, el cetro y un globo terráqueo.



Huevo Azul con serpiente (1887)
Perteneció a Grace Kelly, regalo 
de su esposo el príncipe Rainiero
 de Mónaco
De los estos 69 huevos, 52 eran de la familia imperial, ocho de ellos se consideran perdidos, solo los conocemos por fotografías. Otros diez están en el Kremlin, la reina de Inglaterra conserva tres y el príncipe Rainiero de Mónaco tenía uno. Hay cinco en el Museo de Arte de Virginia, tres en el Museo de Arte de Nueva Orleans y dos en el Hillwood Museum de Washington. La Fundación Edouard y Maurice Sandoz (Suiza) posee dos y The Walters Art Museum, en Baltimore otros dos.

Huevo Mosaico (1914)

Pertenece a la Familia
 Real Británica
La mayor colección privada de huevos Fabergé la tenía la familia Forbes. El patriarca de la familia Forbes, Malcom, reunió a lo largo de 30 años, 9 de los huevos imperiales, incluido el primero de todos, el regalo del zar Alejandro III a la Zarina. También contaba con el que se considera más valioso: el “huevo de la coronación”, regalo del zar Nicolas II a la zarina Alexandra en 1897 como celebración de su coronación.
En 2004 Victor Vekselberg, un industrial ruso adquirió los famosos huevos imperiales de la colección Forbes en una subasta en Sotheby’s en Nueva York, con la intención de que volvieran a Rusia.

Os dejo dos links para que veáis estas maravillosas obras de arte: 

El primero es el trailer que hace referencia a una película que se pudo ver el año pasado en Madrid, pero que yo no he encontrado por ningún lado: https://www.youtube.com/watch?v=I0wMERTZaTE

El segundo muestra algunas piezas tanto su exterior como su interior: https://www.youtube.com/watch?v=UUQW9TztA_A


BIBLIOGRAFÍA 

Pfeffer S., Fabergé Eggs. Masterpiece from Czarist Russia.
http://www.faberge.com/ consultado el día 09/03/2016

Marta de Juan Martín, 10 de Marzo de 2016.

miércoles, 2 de marzo de 2016

El coleccionismo de Rodolfo II


Rodolfo II retratado por 
Alonso Sánchez Coello 
pintor de corte de Felipe II
El emperador extravagante, así se conoce a Rodolfo II de Habsburgo (1552-1612), sobrino del monarca español Felipe II, el cual ocupó parte de su vida al coleccionismo, siendo uno de los mejores ejemplos de mecenas del Renacimiento.

Educado en la corte española desde los 11 hasta los 19 años, de su tío adquirió un rasgo positivo, el amor al arte el cual antepuso antes de sus obligaciones políticas o militares. Se cuenta que llegó a reunir 3000 obras de arte, creando en Praga una de las Cámaras de Maravillas o Wunderkammern más grandes de la época, superada únicamente por Fernando del Tirol en el Ferdinandeum de Ambras. Entendiendo Wunderkammern como lugares de reunión donde se acumulaban y exponían objetos procedentes de la naturaleza, obras de arte, curiosidades, instrumentos matemáticos y objetos en los que se mezclan la magia y la ciencia, siendo además una imagen del poder de los monarcas y príncipes, y de sus gustos y tendencias artísticas.

Maximiliano II y su familia
Giussepe Arcimboldo
Para entender la formación de la colección de Rodolfo II de Habsburgo, es imprescindible conocer algunos aspectos de su vida y personalidad. Hijo del emperador Maximiliano II de Habsburgo y María de Austria y Portugal, hija de Carlos V. De carácter débil y excéntrico fue muy aficionado a la alquimia, a la astrología y a la magia negra, viviendo siempre en un contexto de gran vida social, cultural e intelectual, rodeado de colecciones traídas de todas partes del mundo.

Proclamado emperador en 1576 hasta 1583 establecerá su residencia en Viena, hasta que ese año finalmente la fijará en Praga, convirtiendo a la ciudad en uno de los grandes centros culturales. Fomentó las artes, sobre todo la pintura, reuniendo a los mejores artistas de la Europa manierista como Hans von Aachen, Bartolomeo Spranger y el escultor Adrian de Vries.

Tanto en Madrid como en Viena, Rodolfo había aprendido el gusto por el lujo, las artes plásticas y el interés por la ciencia. Pero tuvo serios problemas para gobernar, dado su escaso nivel de inteligencia y su inestabilidad psíquica que le dificultaron la toma de decisiones. Tras fracasar en política y en su vida personal inicia un autoaislamiento, que le lleva a refigurarse en sus colecciones y excentricidades, entendiéndolas como objetos de recreación y divertimento así como un medio de afianzar la grandeza de su autoridad. Dentro de este coleccionismo es destacable el papel de los embajadores, los cuales le informaban del descubrimientos de objetos raros o de los asuntos relacionados con el interés del emperador por comprar algún objeto concreto. Adquirían todo tipo de obras procedentes de Europa y África, principalmente de las cortes italianas y españolas e igualmente actuaban de intermediarios entre los artistas y el emperador.

En su colección había obras de grandes maestros del momento como Leda de Correggio y pinturas de otros maestros europeos como Rafael, Tiziano, Leonardo, el Bosco o Cranach, pero igualmente se interesó por la escultura contemporáneo con bronces de los hermanos Leoni o de Giambologna. Sin embargo es de destacar la figura del pintor de corte, Giuseppe Arcimboldo que había trabajado anteriormente para Maximiliano II, es el artista más original de la corte rudolfina y el que gozó de mayores privilegios. Su universo pictórico se adaptó perfectamente al ambiente artístico y mágico de la corte y a la personalidad del emperador; tuvo mucho que ver en la creación del gabinete de curiosidades de Rodolfo II. Es de destacar sus cuadros fantásticos compuestos de flores, animales, verduras y objetos, entre los que más destacada es el Vertumno que representa el retrato de Rodolfo II como dios de los huertos como una alegoría de la autoridad y voluntad de gobernar del emperador, pretende enaltecer la figura de Rodolfo como emperador, porque todo lo que proviene de la naturaleza es digno de admiración.


Rodolfo II como Vertumno
Giussepe Arcimboldo (1590)
Retrato de Rodolfo II
Joseph Heintz el Viejo (1594)














Corona Imperial de Rodolfo II 
(1602)
También es destacable la figura de Hans van Vermeyen contratado para la realización de la corona de Rodolfo II (1602), es una de las mejores joyas de colección tanto por el valor artístico, el material y el iconográfico representando el cambio de sus últimos años de reinado cuando se produce la ruptura política con la corte de Madrid; está formada por una sucesión de perlas, esmaltes y complicados engarces de diamantes y rubíes, que se rematan con un gran zafiro sobre la cruz; y cuatro relieves que representan al emperador como héroe, rey y militar.


La característica más destaca del coleccionismo de Rodolfo II, es la atracción y curiosidad que éste sentía por la naturaleza, lo científico y lo irracional. Se interesó por la naturalia, las joyas y piedras preciosas, así como por los materiales exóticos, rompiendo con el gusto y la estética iniciada por su padre. Uno de los grupos más valiosos de la colección, son los que conforman las joyas y objetos preciosos, su interés radicaba en su valor económico y en la rareza y originalidad casi exclusiva de sus diseños. Entre las joyas que se enviaron desde la corte española destacan los regalos que hicieron Felipe II y la emperatriz María cargados de fuerte sentido familiar y dinástico, algunos de los más destacados son la Jarra de Jaspe, realizada por Paul van Vianen y una copa realizada sobre un cuerno de rinoceronte.
Copa de Neptuno (1590) hoy conservada en el Museo Lázaro Galdiano

Sin embargo el grupo de bezoares es el que resulta más curioso, tanto por la riqueza de los materiales como por su rareza, ya que se tratan de unas piedras o formación calculosa que se encontraba en el estómago de mamíferos, a la que se atribuyeron propiedades curativas. Este tipo de piezas se convirtió en casi una obsesión para Rodolfo II, el más destacable es el bezoar español de llama peruana con leones y rubies peruano, realizado entre 1560 y 1575.

Bezoar
Junto a estas piezas se exponían un sin fin de objetos curiosos y raros como cuernos, dientes, huesos, relojes, paisajes o pieles de animales raros, un ejemplo es el cuerno de rinoceronte adornado en España o Portugal con filigranas de oro, rubíes y perlas, que adquirió la emperatriz María y que regalo a su hijo en 1582.

 Decir que todas estas rarezas y objetos se acumulaban y se disponían desordenadamente a lo largo de cuatro habitaciones de su palacio de Praga sin una metodología museística, como se recoge en el diario de viaje de una embajada de Weimar en Dresden en 1654. Usaba cajas, denominadas almare en el antiguo inventario para los objetos de pequeño formato, arcas y mesas para exponer piezas mayores y/o guardar simplezas en sus cajones, asi como de las paredes colgaban todo tipo de cosas llamativas.

Para concluir diré que una de las vías para conocer la personalidad del emperador Rodolfo II es el estudio de su Wunderkammern en la que se refleja su gusto y personalidad; esta última se vio muy marcada por la corte española y por el legado de su padre Maximiliano II.

BIBLIOGRAFÍA
Jiménez Díaz, P., El coleccionismo manierista de los Austrias. Entre Felipe II y Rodolfo II.

García Ramos, M.D., Rodolfo II de Praga como mecenas y coleccionista: la formación del gusto.

Marta de Juan Martín, 02 de Marzo de 2016